Más allá de la competición y la colaboración

«Se han acabado aquellos días en los que las compañías tenían nombres como «General Electric», «General Mills» o «General Motors». Ahora el dinero sobre la mesa es como el krill: mil millones de pequeñas oportunidades emprendedoras que pueden ser descubiertas y explotadas por gente inquieta y creativa»

Cory Doctorow, «Makers»

lifetrac OSE

Durante esta primavera, el fabricante de tractores John Deere inició un interesante debate en torno a la propiedad de su maquinaria. El software privativo siempre se ha mantenido en una extraña posición en la cual cuando lo adquirimos no hacemos más que alquilar la posibilidad de emplearlo. Mientras estos debates sobre la «propiedad intelectual» se quedaban en el entorno del software parecían no afectarnos sobremanera. Sin embargo, ahora han alcanzado industrias más «tangibles» y donde se ha venido trabajando de forma muy diferente durante demasiado tiempo y empezamos a vislumbrar sus implicaciones.

La maquinaria agrícola, y los automóviles, cada vez tienen una mayor dependencia de soluciones vía software que facilitan su uso y les dotan de prestaciones -útiles en ocasiones-. Sin embargo, la inclusión de software privativo hace que no podamos arreglar, modificar o alterar aquello que es nuestro para que se adapte a nuestras necesidades como usuarios. Enfrentarse a ellos es complicado, conocemos el funcionamiento del sistema productivo actual, y va a ser complicado enfrentarse en su terreno -el de los juzgados y la política- a los grandes sectores que han «dominado» el mundo tal y como lo conocemos hoy -como la automoción-. Por eso parece que el mejor ataque, será cambiar el terreno de juego.

Anticipándose a este debate, un estudiante de Física, Marcin Jakubowski, decidió al terminar su doctorado cambiar su vida y adquirir una granja en la que vivir en una dinámica orientada a la autosuficiencia y la venta en mercados locales. Al tiempo de comenzar a trabajar, su tractor, un Massey Ferguson, tuvo varias averías excesivamente costosas. La maquinaria tal y como la compramos a los grandes fabricantes es un producto acabado con bastantes buenos resultados, pero que generalmente no se adapta a nuestras necesidades o las sobrepasa, al igual que su precio suele ser muy elevado. Y además, se añade el problema de que en caso de necesitar reparaciones, los repuestos son provistos solo por el fabricante o por unas pocas empresas con licencias.

Jakubowski, que conocía de cerca los movimientos del software libre y el open source, comenzó entonces el proyecto de construir su propio tractor empleando recursos de fácil acceso y permitiendo un coste mucho menos elevado que el de la maquinaria comercial del momento.

Para ello comenzó una dinámica colaborativa en la que mostraba los avances del proyecto por internet mientras otros usuarios hacían recomendaciones para el avance del proyecto. Al crecer la idea nació Open Source Ecology, que ya no solo era un tractor, sino un proyecto para generar un conjunto de máquinas agrícolas con licencia libre que permitiesen dotar de lo necesario a aquel que quisiera adaptarlas a su problema o los recursos de los que disponía. Nació así el Global Village Civilization Kit.

La experiencia, sin duda, recuerda a cómo Richard Stallman empezó el software libre para solucionar un problema personal y que este pudiese solucionar el problema de muchos otros. Al igual que recuerda a como Eric S. Raymond en la Catedral y el Bazar hablando sobre gestionar proyectos colaborativos para generar productos complejos.

De hecho, una de las cosas que más llaman la atención al empezar a usar por primera vez un sistema operativo como GNU/Linux es que cada parte parece tener vida propia. Desde el software de exploración de archivos al visor de imágenes tienen un nombre propio y un equipo de desarrollo independiente que se federan para integrarse en una solución completa. Pero sin embargo, esta disgregación, esta descentralización no es una merma en la calidad, sino una gran baza en la posibilidad de elegir. Aunque las distribuciones más extendidas como Ubuntu sean cada vez más monolíticas, si algo ha caracterizado al software libre era la búsqueda perpetua de alternativas para todo y la lucha contra un poder excesivo de una determinada solución.

Y esa es la historia de OSE también, permitir que existan alternativas y que puedan ser empleadas y modificadas por otros que las necesiten. La tecnología, al ser libre, permite que los modelos sean reproducidos, fabricados, vendidos o reparados por cualquier taller o herrero de nuestro entorno, o por nosotros mismos. Son herramientas para cambiar las dependencias en nuestras formas de vida.

localmotor

Puede que el hecho de diseñar maquinaria que pueda ser producida, fabricada y vendida por cualquiera nos parezca una aproximación algo lejana al mercado -no dudará nadie que es activista-. Acercándonos más a él, apareció en 2008 un proyecto altamente interesante en el sector de la automoción con el nombre de Local Motors. La empresa comenzó en Arizona con un taller de construcción de vehículos bajo demanda. Hemos de tener en cuenta que esto que aquí suena radical no lo sería tanto, pues estamos hablando de una zona donde los «coches en kit» no son tan extraños.

Sin embargo, lo radical de Local Motors es el concepto de adaptación al medio. Sus vehículos se modifican para adaptarse al usuario, pero además parten de un proceso participativo y colaborativo. Tras encontrar una necesidad que cubrir, se invita al proceso de diseño a todos los miembros de su plataforma web, en lo que llaman un proceso de co-creación. De esta forma se debaten y ensamblan miles de diseños. Su primer vehículo contó con más de 35.000 propuestas y 3.000 participantes, de entusiastas a ingenieros.

Aquellos diseños «ganadores» reciben parte de los beneficios, y además se permite que los usuarios sigan introduciendo en la plataforma sus mejoras y variaciones a los diseños. Los diseños, que se licencian como open source, además intentan introducir dos hechos diferenciales de que su dueño participe en el proceso de fabricación para que se naturalice con la tecnología y que la mayor parte de los componentes empleados sean piezas de otros vehículos y fabricantes que son fácilmente accesibles en el mercado. El modelo de expansión territorial no pasa por hacer crecer su factoría, sino que su modelo de fabricación en micro-factorías crece abriendo nuevos talleres en otros establecimientos que se encontrarán con nuevos retos de personalización al encontrarse en un entorno distinto. Y no solo eso, sino que al tratarse de diseños abiertos, cualquiera podría comenzar a fabricar, generándose crecimiento horizontal o una posible ruptura ante discordancias con el Local Motors «central».

Durante el Salón del Automovil de Detroit este año se dieron a conocer tras imprimir en 3D un prototipo, el Strati. Este paso continuó con la llamada a generar un nuevo diseño, y mediante un proceso de crowsourcing han elegido un nuevo modelo cuyo chasis será impreso en 3D y los componentes proceden de piezas OEMs. Podría ser un proyecto anecdótico si no fuese porque pretenden que esta vez no sea una exhibición en un Salón del Automovil, sino llegando a la fabricación para un mercado amplio.

Lo que Local Motors llama la open source corporation para referirse a un modelo de crecimiento no centralizado y el modelo de cooperación de OSE son dos paradigmas que, como hemos visto apoyados en el ejemplo del Software Libre, introducen posibilidades, diversidad, y nuevos modelos de participación. Pero entran claramente en el mercado, sirven como herramienta para generar productos agrícolas de mercado en el caso de OSE o son un vehículo vendible y viable en el caso de LM. Ambos parten de una voluntad de cambiar las dinámicas de producción de los grandes sectores que han dominado el siglo XX para enfrentarlos cambiando las reglas del juego.

El mercado crea alternativas, y permite poner a colaborar a distintos colectivos que se necesitan entre ellos para conseguir sus objetivos independientes o incluso un objetivo común. Pero además, la aparición de nuevas herramientas y voluntades permite que cada vez sea más fácil pensar que estas relaciones no sean verticales, o al menos permitan fácilmente romper las verticalidades que surgen en el proceso. Un mercado que construye mediante cooperación, de forma horizontal, y que cada vez necesite menos de idolatrar a grandes catedrales permanentes. Pues no es el objetivo de este artículo idolatrar estas dos soluciones, sino mostrar que existen acercamientos al mercado distintos.

Que el mercado es una tecnología que permite cooperar entre individuos es un tema que seguiremos debatiendo, pero para comenzar, estaría bien dejar de ver a la competencia como tal y empezar a pensar en términos de creación de diversidad. No podemos saber cuales son los objetivos de todo el mundo, pero la posibilidad de desarrollar alternativas es una «puerta abierta hacia el infinito«.

Entrada publicada originalmente en Activismo de Mercado

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